Roca salada, tierra mojada y bosque brumoso bajo un cielo que nunca calla.
En la costa cantábrica, el viento no sopla: habla. Habla de antiguas travesías, de balleneros y mareas, de surfistas que desafían montañas de agua. Aquí, el océano no es paisaje: es carácter.
El aire está cargado de sal y ozono, las olas rugen contra los acantilados y la bruma envuelve todo en un silencio verde. Bajo los pies, la tierra húmeda respira un eterno petricor; más atrás, los bosques de hayas, robles y abetos sostienen las raíces secretas de una cultura ancestral.
Prende la mecha, cierra los ojos y ríndete a la Costa del Viento, donde el mar canta y la tierra responde.
Intensidad media. El nivel de intensidad de un aroma siempre es relativo y se percibe de forma subjetiva por cada persona. Lo indicamos tan solo como guía comparativa.