Calles adoquinadas cubiertas de nieve, farolas encendidas, el tintinear de las monedas y el rumor de la gente que se refugia del frío entre puestos humeantes.
Hay algo hipnótico en estos mercados: el contraste entre el aire helado que enrojece las mejillas y el calor que se escapa de cada hornillo; el aroma a caramelo y madera; las manos que se rozan al pasar una bolsa de garrapiñadas aún calientes.
En el aire, el perfume dulce de los frutos secos: nueces, almendras y pistachos que se tuestan al fuego y se envuelven en caramelo dorado.
Enciéndela y deja que tu casa huela a paseo de invierno: cálido, alegre y delicioso.
Intensidad alta. El nivel de intensidad de un aroma siempre es relativo y se percibe de forma subjetiva por cada persona. Lo indicamos tan solo como guía comparativa.