ISHIDA, SYOU
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¿Quién imaginaría que la cura perfecta ronronea?En un oscuro callejón de Kioto se esconde la Clínica Kokoro, un lugar envuelto en misterio al que solo llegan quienes más lo necesitan. Su peculiar tratamiento consiste en “prescribir” gatos, una solución que desconcierta a los pacientes, pero que guarda el potencial de cambiar sus vidas.
Guiados por el excéntrico Dr. Nike y su malhumorada enfermera Chitose, los pacientes buscan respuestas: un joven administrador, cómo recuperar la alegría tras perder su empleo; una madre agotada, la forma de reconectar con su hija; una diseñadora, el descanso que tanto necesita; y una geisha, el consuelo tras una pérdida dolorosa. Cada uno enfrenta sus conflictos internos mientras encuentra en sus compañeros felinos una inesperada guía, demostrando que, a veces, el amor y la compañía de un gato pueden ser el primer paso hacia la sanación.
Si te duele el cuerpo, vas al médico de cabecera. Si te duele el alma, te planteas ir a un psicólogo. Y si te duele la vida, tienes que ir a la Clínica Kokoro. Porque cuando no puedes más y necesitas un cambio, el destino te acaba llevando a lugares insólitos. Así es como los protagonistas de Te receto un gatose acaban encontrando con este singular centro en la ciudad japonesa de Kioto.
Es un refugio que tiene mucho de misterioso y mucho de mágico donde la receta para sanar no es ninguna medicina. La cura es un gato. Sí. De los que bufan, arañan y dan alergia. Y también de los que te cambian la vida para siempre porque es imposible que quepa tanto amor en esos cuerpos tan peluditos, achuchables y (también) caóticos.
Si te duele el cuerpo, vas al médico de cabecera. Si te duele el alma, te planteas ir a un psicólogo. Y si te duele la vida, tienes que ir a la Clínica Kokoro. Porque cuando no puedes más y necesitas un cambio, el destino te acaba llevando a lugares insólitos. Así es como los protagonistas de Te receto un gatose acaban encontrando con este singular centro en la ciudad japonesa de Kioto.
Es un refugio que tiene mucho de misterioso y mucho de mágico donde la receta para sanar no es ninguna medicina. La cura es un gato. Sí. De los que bufan, arañan y dan alergia. Y también de los que te cambian la vida para siempre porque es imposible que quepa tanto amor en esos cuerpos tan peluditos, achuchables y (también) caóticos.