GALÁN RODRÍGUEZ, PILAR
Creí que después de haber escrito sobre mí ya no tendría nada que contar, que los días de hilar historias se habían acabado. Y me dispuse a vivir al margen, a contemplar cómo otros se lanzaban a ese río en cuyas aguas no puedes bañarte dos veces, a permanecer y no fluir, tan ignorante. Como si pudiera existir sin contarme el mundo para poder habitarlo. Como si el paso de los días no fuera un puro delirio. Por eso surgió un cuento, luego otro, y otro más. Y se me llenaron los labios de vampiros, amantes, hijos que piden deseos, residencias de mayores donde habita el olvido, chicas francesas que no vuelven nunca, madres únicas, cuernos y barraganas, profesoras de matemáticas, alumnos enamorados, muertos que regresan en el momento más inoportuno, una pantera que avanza sigilosa en medio de la jungla, un rumor de jardín secreto, una rama quebrándose, el viento agitando las hojas y ya está de nuevo el río llamándonos para que nos bañemos en la realidad y salgamos empapados de ficción.