JUAN CASTRO SÁNCHEZ
Tras el parto, se asfaltaron los caminos. Los pájaros resucitaron y echaron mágica y milagrosamente a volar. Todos los vecinos llevaron regalos al paritorio. Entre sus ofrendas, había ropa de cama, un coche de carreras, un álbum de cromos, oro, ramos de flores, cajas de pañales, incienso, leche de oveja, dos cunas, una Biblia, varios rosarios, una maquinilla esquiladora y mirra.
También vieron bajar de la montaña a animales salvajes, que rezaron padrenuestros frente a la estatua de la plaza. El pueblo parecía un santuario. Se llenó de velas prendidas y amuletos, en la fuente no cabían más monedas y los niños se metían en el agua a por ellas, y aparecían por todas partes estampitas de santos que todavía hoy salen entre los escombros.
Una extraña fiebre religiosa se apoderó de seres vivos e inertes, como si una fuerza mística injustificable tomara las riendas del mundo.
Juan Castro Sánchez (Córdoba, 2000) es graduado en Fundamentos de la Arquitectura por la Universidad Politécnica de Madrid. Durante sus estudios universitarios, ha desarrollado una línea de investigación que pone en relación arquitectura y literatura.
Ha colaborado como dramaturgo con LaJoven Compañía de Madrid. Entre sus textos teatrales, destaca el reciente Los comedores de naranjas. Algunos de sus relatos han sido incluidos en revistas de literatura de alcance nacional; por ejemplo, Cómo guisar gachas fue publicado en El coloquio de los perros, bajo la dirección del escritor Juan de Dios García.
Belén es su primera novela; Cien años de soledad es su favorita.