MATACANA MARTÍN, MARCOS
En este volumen se recoge gran parte de la producción poética de Marcos Matacana, ecopoeta y autoproclamado gurú del Movimiento Post-itista (corregido y enmendado por Ballerina Vargas, nueva Colombine del Post-itismo). «Afiliado emocionalmente al Visceralrealismo y al Estridentismo, prometió no escribir nunca nada que no fuese el grito desgarrado de los desheredados de la Tierra, famélica legión. Pero la fiebre del Realismo Visceral bolañiano [se mezcla primorosamente] con influencias como los novísimos, la poesía de Bukowski y la de algunos miembros de la Beat Generation».
Nota de Juan Luis Gavala, editor de Palimpsesto:
Quien haya seguido o haya ojeado o manoseado un poco nuestras publicaciones se habrá dado cuenta de la ausencia de nombre de autor en nuestras portadas. Casi no creo tener que decirlo, pero alguna vez lo hice. Decirlo, digo. Lo repito: es un detalle para hacer resaltar, aunque sea mínimamente, que este diminuto sello apuesta por el contenido, por la obra, por el texto. Nos dan igual los Zidanes, Mesis y Ronaldos con su publicidad y merchandaising a cuestas, a cuenta. Y se paga caro a corto plazo. ¿Quiénes son nuestros autores, y qué hacen o han estado haciendo? ¿Son todos personas? ¿O son personajes? Podéis cotillear un poco en esta web. O podéis googlear otro tanto, solicitarlos en las redes, ir a verlos recitar, presentar, birrear, etc.
Durante el proceso de edición, llega un momento en que suelo solicitar a los autores cierta información bio-bibliográfica por si la quieren adjuntar en la contraportada y en esta web, por aquello de satisfaceros y porque hay unos derechos patrimoniales que reconocer, por supuesto. Hay quien es minimalista (Madrid, 1979) al estilo de Anne Carson, hay quien requiere amputaciones por temas de espacio pues de currículo es una primera versión de En el camino; y finalmente hay quien no sabe o no contesta. Ninguno me disgusta en absoluto. A gusto del interesado este detalle. A algunos termino conociéndolos en persona (quedando confirmada su carnalidad), a otros en las redes o mediante correos electrónicos más o menos constantes. A otros, los más personajes, los conozco por entregas, dignas de gacetillas periódicas y/o fanzines, como es el caso. No se bien qué es real y qué no en lo que sigue, ni siquiera importa. Lo que sí importa es que en estos pasajes existen algunas claves del libro que le seguirá.
Biografía (des)autorizada
Marcos Matacana, protopoeta y gurú del post-itismo
Por el profesor Tresemés, doctor en Mundología por la Universidad de la Calle (en realidad, por su becario en el Departamento, Frames Killgrayhair, especialista en traer y llevar cafeses, vaciar ceniceros y papeleras, y mirar al Oriente cuando le toca). Actas de la conferencia dictada en el marco de los actos de apertura en canal del curso académico en el Paraninfo de la Universidad Pompa i Parla.
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] Según el escritor francés de nombre eufónico Bernard Le Bouvier de Fontenelle, «la vanidad es el amor propio al descubierto». A nadie extrañará pues, tras haber leído su Polvo en el aire, con ¿poemas? tan transparentes como «El gran masturbador», que Marcos Matacana Martín-Retriever sea un experto en la práctica del amor propio, o lo que es lo mismo, según el francés ese (perdonen que no vuelva a pronunciar un nombre tan largo), que Matacana sea un vanidoso de catálogo (pero vano vano, tirando a vacuo).
Pues bien, creyendo que con sus versos había logrado al fin el reconocimiento y la admiración que su persistente acné y sus peludas palmas de las manos le habían hurtado durante cuatro décadas de vida, atacado por la presbicia y con la médula como una uva pasa, además de hinchado cual pavo que despliega su imponente cola (y no piensen mal, que ya les vale también a ustedes), el poetastro encargó una biografía a su altura: una biografía que glosase los momentos más destacados de su existencia (que serían todos, según creía él). Con cierta lógica, pensó que, si aun siendo más jóvenes, otros espejos de humildad como Justin Bieber, Hannah Montana, Jorge Lorenzo o Cristiano Ronaldo tenían sendas biografías llamando a las masas compradoras desde los escaparates de las librerías, él debía tener también un relato de sus gestas que lo glorificase en el Parnaso de las Letras. El problema se le planteaba a la hora de encontrar al biógrafo adecuado, ya que comprobó que los más reputados solo se interesan por la vida de los muertos ilustres (Cernuda, Borges, Cirlot, Miliki, Torrebruno
), o descubrió con espanto que directamente habían muerto ya (Homero, Suetonio, Virgilio
). En fin, que diremos, por no alargar estos prolegómenos (dejemos la paja y vayamos al grano), que Matacana tuvo que hacer el encargo de su biografía a una persona cercana, en la que no obstante confiaba plenamente: el ínclito profesor Tresemés (yo mismo). La decepción, a la postre, fue tremenda, como podrá comprobarse.
En efecto, el interesado (que siempre lo es) esperaba recibir de manos del docto profesor (de las mías propias) un extenso poema épico «que dejase a Ariosto en bragas» (esa fue su desafortunada expresión), a lo Ercilla o a lo Camões: una sucesión interminable de tercetos encadenados, o de octavas reales, o de versos heroicos de marcial aliento
Sin embargo, el profesor Tresemés (este humilde servidor que les habla) le hizo entrega de lo que él consideró una ramplona biografía en prosa que, para colmo, no ensalzaba su figura de héroe lírico como creía merecer. No obstante, por no desaprovechar la ocasión de estar en el candelero (aunque fuese para arder y consumirse en él), Matacana permitió la publicación por entregas de esta autorizada biografía desautorizada (valga la paradoja), que ahora les paso a leer estirándola como un chicle para justificar el dinerito que me voy a embolsar con este acto académico. Si se animan a quedarse, sin duda alguna saldrán defraudados, pero quizás su atención les aparte por un rato de otros vicios onanistas, que es a lo que lleva el aburrimiento (y lo saben tan bien como el propio Matacana, porque mucho ver la paja en el ojo ajeno pero luego
).