GERARDO DIEGO
La poesía de Gerardo Diego se ha caracterizado por su fecunda variedad. En numerosas ocasiones el poeta manifestó su alto concepto de la poesía por su pureza y su libertad. Pureza en su sentido más amplio y nítido y libertad en todos los órdenes de la expresión artística. De ahí su tan traída y llevada versatilidad, que le permitió ser respetuoso cultivador de la tradición y avanzado experimentador y aventurero del futuro, corrientes que mantuvo a lo largo de sus casi setenta años de poeta.
Pero por encima de aparentes contradicciones y de las diferencias formales entre su poesía «de creación» y su poesía «de expresión», está un mismo sentido del hecho poético, en el que el impulso vanguardista todo lo impregna con lo avanzado de un lenguaje cuyos recursos originales igualmente advertimos en un poema taurino, en el soneto a una catedral gótica, en la estructura de un libro religioso y en la interpretación de una sinfonía o del inefable arte de tal o cual músico.
Un constante anhelo de renovación y búsqueda caracteriza esta poesía en su fecundidad y dilatada permanencia temporal. Así hasta la senectud, en la que con nobleza y serenidad ejemplares sentimos la emoción del poeta, mantenida con vital laboriosidad hasta el último momento, ante los más altos valores: la creación, la fe, el amor, la amistad, la memoria del tiempo pasado y la crecida entereza ante la vejez y la cercana muerte. Tal fue su excelente legado a la poesía española.