BRAVO, LUIS
Un diario tiene la ventaja de adaptarse al capricho lector. Según la perspectiva, podrá tornarse un viaje de invierno por los humores más sombríos, una colección de días y sucesos de lo más festivos, una larga carta para una breve despedida y su viceversa, un repaso a los títeres sin cabeza. Su voluntad no está exenta de autonomía, por eso la práctica de su escritura conlleva una mezcla sincera de vida y literatura.
Las páginas de "Las terrazas desiertas" dan cuenta de esas ilusiones vagas, de esa pátina romántica y silvestre que va haciendo del conjunto un escenario en el que caben tanto la vital importancia de las lecturas y las películas como la admiración por los paisajes campestres y urbanos en los viajes, sin evitar el esfuerzo por mostrarse íntimo, sarcástico, felizmente extrañado de todo. Estos fragmentos buscan su acomodo en la manera de apropiarse la lentitud de unas horas tan apacibles como existenciales, anotando la atención que ponemos en lo diferente y que, llegado el momento, también será olvidada.