DERRIDA, JACQUES
Khra sitúa una aporía ejemplar del texto platónico. El Timeo nombra khra (localidad, lugar, emplazamiento) a esa «cosa» que no es nada de aquello a lo cual, sin embargo, parece «dar lugar», sin dar jamás nada, empero: ni los paradigmas ideales de las cosas ni las copias que un demiurgo insistente inscribe en ella. Insensible, impasible pero sin crueldad, inaccesible a la retórica, khra desalienta, ella «es» lo mismo que desarma los esfuerzos de persuasión, y cualquiera querría tener el valor de creer o el deseo de hacer creer: por ejemplo, en las figuras, tropos o seducciones del discurso. Esta increíble e improbable experiencia es también, entre otras dimensiones, política. Anuncia un pensamiento, o mejor, sin prometerla, una puesta a prueba de lo político. estimuló avances que se ramificaron en múltiples direcciones. s. Como en las danzas de la muerte medievales nadie se salva en este epistolario de las pasiones humanas. Y, desde luego, el toque de gracia corresponde a una ardilla.