CORREDOIRA VIÑUELA, JOSÉ MANUEL
El tesoro escondido de José Manuel Corredoira es una obra de teatro escrita para que alguna compañía la preñe y dé a luz un espectáculo para que los padres que no sabemos qué hacer con nuestros hijos un domingo de otoño por la tarde los llevemos al teatro a ver un infantil que se titula El tesoro escondido, de no sé quién que vive en Sierra de Gata pero que no es extremeño, y que a poco que el director tenga buen tino y uno o dos hijos será todo un éxito e, incluso, nos hará sonreír, por momentos, a los progenitores.
También es una obra de teatro para cuando nos olvidamos de que somos adultos y dejamos nuestras ataduras de adultos que tan adultos nos hacen creer que somos, o, dicho de un modo menos adultero con nuestro día a día, es una obra de teatro para leer en la infancia y en cada una de las infancias que consigamos encontrar a lo largo de cada día, o, en el peor de los casos, a lo largo de nuestra vida.
Los protagonistas de este cuento susceptible de ser elevado a los escenarios, como en tantos otros, son: un rey y su séquito, sin el cual no sería rey sino un tipo extraño de palacio que siempre anda solo dando órdenes a las paredes y buscando la aprobación de sus amigos imaginarios, un caballero de armadura e integridad herrumbrosa, con yelmo y alma calado y postulante a yerno real, su escudero, postulante a escudero de yerno real, tragaldabas profesional, sensato mucho, de tantas digestiones como hace al cabo de la página, un posadero que alquila su posada para el desarrollo de la primera parte con sus sillas y sus mesas y un botijo de Lladró para que beba el rey, una princesa justiciera antisistema, si se vale ser antisistema y justiciera por aquello de que la justicia... bueno, una princesa rarita, y un dragón que hace doblete, de faraute, y de miedo, que es un papel muy importante en los cuentos para niños porque sin miedo los personajes se relajarían, dramáticamente hablando, y habría poca tensión escénica, y, tal vez, sin miedo los niños se irían solos a cualquier sitio a oscuras a jugar a la DS y nos quedaríamos como el rey, sin séquito, contándole a las paredes el cuento de antes de dormir. Son éstos los protagonistas como en tantos otros cuentos mediomedievales, mediobarrocuelos, pero no son como tontos estos personajes. Juegan Dongolondrón, Almaviva, Junín y compañía sin reglas, que son, por otro lado, los juegos más risoteantes de jugar, ésos que pueden enfrentar encarnizadamente en dos manos que corresponden a otros tantos brazos del mismo pequeño cuerpo a Piplup, por un lado, pokemon de agua de la cuarta generación, contra un llavero-gato de plástico del restaurante chino, por otro, y que a los adultos de escuadra y cartabón nos pone los pelos como alcayatas por la falta de coherencia y de sentido común, el llavero-gato juega con ventaja claramente por su pasado reciente, o, como mucho, juegan Floriselda, Críspole, Diáspole y compañía con reglas de chocolate, que se deshacen a partir de la segunda línea recta, supongo que ésta es la razón de ser republicano y no lunetero esta nueva entrega de la Luna Libros consagrada a la hija de Hiperión y Tea.