WIECHERT, ERNST
Si la palabra hubiera sido sagrada para la nación y su juventud educada para tenerla por sagrada, una risa sin precedente habría devuelto al «superhombre» a la caverna de sus orígenes. Tomemos dos de sus palabras, tomemos las palabras «patria» y «honor» y pensemos en las simas criminales sobre las que se tendieron como un puente fulgurante.»